La ciencia ha sido capaz de
darnos los lujos y comodidades que poseemos hoy en día. Es cierto que muchas
veces estos beneficios no llegan a todas las poblaciones a nivel mundial, pero
aún así, esta se ve direccionada indiscutiblemente hacia crear mejores espacios para
los seres humanos.
La importancia de cultivar
estas actitudes científicas radica, principalmente, en que la ciencia puede ser
para algunas personas, y me incluyo allí, una luz al final del túnel. Esto en
parte es gracias a que ella, como diría Popper: ‘’posee verdades falseables’’.
Es decir que la ciencia no busca crear verdades absolutas e inamovibles.
Verdades que se sobrepongan a las que los demás, desde otro tipo de ejercicios,
pueden llegar a encontrar. Pero su diferencia, bella diferencia, radica en eso, que puede ser
controvertible y por lo tanto, comprobable.
Y digo claramente que la
ciencia, para algunos, es la luz al final del túnel porque esta nos permite
cuestionarnos acerca de nosotros, acerca de ellos, acerca de todo y sin duda el
ser humano, al menos el consciente, tiene un apetito voraz por querer saber de dónde
vienen todas las cosas.
Tenemos que aprender a dejar
de lado las pautas estereotipadas que recibimos en nuestros hogares en la
infancia, pero no para ser unos rebeldes sin causa, sino para llegar a ser unos
rebeldes con una causa común. Esta es propiciar una revolución de pensamiento, que de
amplitud de ideas y tolere diversidades. Y es que nos encontramos en
un momento histórico en el cual, cientos de culturas que posiblemente nunca
habían tenido un contacto tan directo, están casi viviendo juntas, y es claro
que no es un tema fácil de afrontar.
Pero más allá de eso, la
ciencia nos permite dejar de lado el dogma político, religioso o de cualquier
otra índole, para permitir que los seres humanos podamos encontrar esos puntos
en común que tenemos todos, así nuestra piel sea clara u oscura, así nuestra
lengua sea sajona o romance, así nuestras religiones nos inviten a odiar lo
desconocido.
Adoptar una actitud científica
ante todos los fenómenos culturales, sociales, físicos, químicos, entre otros o
mejor dicho, entre todos, nos permite llegar a el inicio de un bello camino
para desentrañar la verdad, una verdad que posiblemente nunca sea absoluta,
pero al fin y al cabo esa es la belleza de la ciencia, cada día descubrimos más
y más cosas impresionantes de nosotros y nuestro entorno.
Es cierto que no debemos
adoptar una posición casi de fé religiosa hacia ella, pues esto sería volver
tenebroso algo que nos ha sacado de las tinieblas. La ciencia no es perfecta,
la ciencia no es absolutista, la ciencia está para progresar y ser
perfeccionada día tras día, descubrimiento tras descubrimiento.
Creer en alguna idea, método
o inclinación ciegamente es un error. No podemos aceptar todo lo que venga de
ella directamente, pero ahí está lo hermoso, en utilizar nuestros conocimientos
y experiencias para poder aportar a su buen desarrollo, a su crítica
constructiva, a su solución de problemas.
En fin, adoptar una actitud
científica hacia todas las cosas, propias y ajenas, nos permitirá aprender a no
tragar las cosas enteras, sino a degustarlas y sentir su sabor en el paladar
del conocimiento, de la duda y de los argumentos.
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