Y aquí...

Bienvenido a tu cabeza.

Grito.

Grito.

lunes, 17 de marzo de 2014

El camino.


La ciencia ha sido capaz de darnos los lujos y comodidades que poseemos hoy en día. Es cierto que muchas veces estos beneficios no llegan a todas las poblaciones a nivel mundial, pero aún así, esta se ve direccionada indiscutiblemente hacia crear mejores espacios para los seres humanos.


La importancia de cultivar estas actitudes científicas radica, principalmente, en que la ciencia puede ser para algunas personas, y me incluyo allí, una luz al final del túnel. Esto en parte es gracias a que ella, como diría Popper: ‘’posee verdades falseables’’. Es decir que la ciencia no busca crear verdades absolutas e inamovibles. Verdades que se sobrepongan a las que los demás, desde otro tipo de ejercicios, pueden llegar a encontrar. Pero su diferencia, bella diferencia, radica en eso, que puede ser controvertible y por lo tanto, comprobable.


Y digo claramente que la ciencia, para algunos, es la luz al final del túnel porque esta nos permite cuestionarnos acerca de nosotros, acerca de ellos, acerca de todo y sin duda el ser humano, al menos el consciente, tiene un apetito voraz por querer saber de dónde vienen todas las cosas.

Tenemos que aprender a dejar de lado las pautas estereotipadas que recibimos en nuestros hogares en la infancia, pero no para ser unos rebeldes sin causa, sino para llegar a ser unos rebeldes con una causa común. Esta es propiciar una revolución de pensamiento, que de amplitud de ideas y tolere diversidades. Y es que nos encontramos en un momento histórico en el cual, cientos de culturas que posiblemente nunca habían tenido un contacto tan directo, están casi viviendo juntas, y es claro que no es un tema fácil de afrontar.


Pero más allá de eso, la ciencia nos permite dejar de lado el dogma político, religioso o de cualquier otra índole, para permitir que los seres humanos podamos encontrar esos puntos en común que tenemos todos, así nuestra piel sea clara u oscura, así nuestra lengua sea sajona o romance, así nuestras religiones nos inviten a odiar lo desconocido.


Adoptar una actitud científica ante todos los fenómenos culturales, sociales, físicos, químicos, entre otros o mejor dicho, entre todos, nos permite llegar a el inicio de un bello camino para desentrañar la verdad, una verdad que posiblemente nunca sea absoluta, pero al fin y al cabo esa es la belleza de la ciencia, cada día descubrimos más y más cosas impresionantes de nosotros y nuestro entorno.


Es cierto que no debemos adoptar una posición casi de fé religiosa hacia ella, pues esto sería volver tenebroso algo que nos ha sacado de las tinieblas. La ciencia no es perfecta, la ciencia no es absolutista, la ciencia está para progresar y ser perfeccionada día tras día, descubrimiento tras descubrimiento.


Creer en alguna idea, método o inclinación ciegamente es un error. No podemos aceptar todo lo que venga de ella directamente, pero ahí está lo hermoso, en utilizar nuestros conocimientos y experiencias para poder aportar a su buen desarrollo, a su crítica constructiva, a su solución de problemas.


En fin, adoptar una actitud científica hacia todas las cosas, propias y ajenas, nos permitirá aprender a no tragar las cosas enteras, sino a degustarlas y sentir su sabor en el paladar del conocimiento, de la duda y de los argumentos.

...

No hay comentarios:

Publicar un comentario