Y aquí...

Bienvenido a tu cabeza.

Grito.

Grito.

domingo, 30 de marzo de 2014

El peculiar grito.

Nada se compara a la bella y sincera expresión de un grito.

Uno profundo, amplio y acogedor. Uno vació, hueco, un tanto desgarrador. Es difícil definir aquel cuya resonancia, timbre, color y amplitud sea perfecto. Pero cada grito es una expresión diferente. No hay grito alguno que se compare con este o aquel.

Todas las personas somos extremadamente parecidas en nuestras diferencias. Tenemos casi los mismos rituales diarios y llevamos una lógica del mundo de hoy día muy parecida. De vez en cuando brota una que otra chispa de esta maquina casi perfectamente engranada llamada humanidad, y cuando eso sucede se estigmatiza a la persona. Locos les dicen unos, desadaptados dicen otros, yo en realidad no sabría como clasificarlos, no querría clasificarlos... ¡No quiero hacer! Pues al fin y al cabo si ellos son una chispa de diferencia es porque, en parte, se cansaron de las clasificaciones.

Pero aun cuando hasta los 'cuerdos' y los 'locos' tenemos tantas diferencias, aparece esa intersección en la cual recordamos que todos formamos parte de la misma especie. Y como tal, expresamos nuestras frustraciones de maneras muy similares. No lo hacemos propiamente por características biológicas o heredadas, pues son imposiciones culturales, pero al ser parte de lo misma lo interpretamos de manera muy similar.

Un grito es mas que un alza bulliciosa de nuestras cuerdas vocales, el tiene identidad propia dentro de nosotros. Incluso es excluyente. No vemos que las personas vayamos gritando por cualquier tontada en la calle -marcando claras excepciones, con aquellas personas ávidas y necesitadas de atención, pero faltas de prudencia-. Él, en si mismo, se hace exclusivo. Solo forma parte de las expresiones mas desgarradoramente extremas. Aparece por un ataque súbito de alegría, por una ola enorme de sensaciones positivas, o puede también hacerlo frente al mas hórrido de los escenarios y sus mas pésimas consecuencias.

Y ahí aparece la peculiaridad ya mencionada, la singularidad de esta bella expresión de odio-amor, felicidad-tristeza, angustia-alegría: no todo ser, por mas humano que sea, interpreta el mundo de la misma manera. No somos naturalmente objetivos, sino todo lo contrario, y por ende tendemos a medir las consecuencias de un acto, en nuestra medida. Sentimos que somos el rasero universal, y que la realidad es solo la que nosotros percibimos. Eso hace que este grito no sea igual a aquel.

Cada uno expresa sus mas horripilantes temores y sus mas grandes alegrías en la medida que escupe, que bota el milenario chirrido.

 ¡Pa!


domingo, 23 de marzo de 2014

Una visión general.

Cuando se alucina la 'realidad', esta es un tanto mas real.

Definir la realidad como tal es algo demasiado complejo. No me considero alguien tan conocedor o intuitivo como para poder analizar la cuestión. Lo único que puedo hacer es expresarla como puedo verla. Es una realidad subjetiva completamente.

Es complicado analizar los problemas del diario vivir sin inmiscuirse tanto como para entorpecer lo mismo que se desea analizar. Ese problema de la relación sujeto-objeto es mas que conocido, no siento que sea necesario si quiera plantearlo. Yo solo deseo expresar el malestar, la angustia, el frenesí, el desenfreno, la impaciencia, el desespero, la rabia que el mundo produce en mi. Todos somos tocados por el medio, el ser humano es biología y sociedad.

Y tal vez resulte inocultable esta sensación de físico desden que percibo a mi alrededor. Este fatalismo que me induce a concebir que vivimos en el peor de los mundos posibles y que seremos incapaces de mejorarlo.

La cultura es una de nuestras tantas y ridículas creaciones. Cambiamos las garras, los dientes, la fuerza por el lenguaje, el conocimiento y la razón. Que trueque mas estúpido. Decidimos dejar de ser animales, que con la suplencia de sus simples necesidades habrían sido seres medianamente mas felices, para convertirnos en seres sin forma ni fondo, sin figura ni propósito, para intentar hacer algo mas que simplemente vivir. Estúpidos que somos.

Y creo, y siento, que lo hicimos por esa pérfida necesidad de perdurar en la memoria colectiva. Esa estúpida necesidad de reproducir nuestro pensamiento, nuestro ser y de intentar ser trascendentes. ¡Por favor! Solo somos una especie mas, unos seres mas, unos entes agregados a la contabilidad de la vida. Para mi resulta imposible comprender esa pendeja necesidad de reproducir y procrearnos, como si con un Maduro o un Obama no bastara. Somos vacíos, ridículos y faltos de importancia.

¿Cuál es la maldita necesidad que tiene el hombre de reproducirse? ¿Será que siente que su esperma es bendito? No seria nada raro, los hombres somos los seres mas egocéntricos y orgullosos. Y hablo del género masculino.

Esa tradición religiosa, arcaica, nos ha hecho pensar que somos los reyes del mundo, la mejor de las especies, algo completamente magnánimo. Pura mierda. Somos los únicos seres que producimos desechos, somos los únicos que se comen a sus hermanos por diversión, dejamos de lado la necesidad para convertirnos en seres que necesitan entretenimiento.

Ya no vivimos para mejorar, para perfeccionarnos, para si quiera convivir con nuestros hermanos animales. Vivimos para destruir, para quemar, para talar, para matar, para sacrificar, para sufrir.

El sentimiento de putrefacción que invade a cada uno, o al menos la mayoría, de los seres humanos ha sido creado por el mismo. El humano dejo de vivir para si, en convivencia con los demás, solo para vivir en beneficio de artificios pérfidamente bajos.

¿Quien es aun capaz de creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles? 

jueves, 20 de marzo de 2014

Yo elegí vivir.

Son simplemente unas ganas enormes e incomparables. Tan solo una fuerza que emerge de un lugar vació.

El ser no tiene sentido. Punto. Es ridículo pensar que la vida tiene un sentido mas amplio que la vida misma. Así pues, lo único que nos queda por delante es disfrutar esta, única, gran y complicada oportunidad para vivir. No existe un mas allá. No existe un paraíso o un infierno. No existe un juicio final. Solo existe el vació, la nada, el olvido.

Después de que tu mente se apague no hay mas nada que hacer, literalmente.

Pero algo parece ser cierto entre nosotros. La vida resulta casi tan complicada como la muerte. Para los que en realidad desean vivir, su oportunidad pasa en un abrir y cerrar de ojos, se esfuma, se desliza entre sus dedos, corre rió abajo y se pierde en la vista próxima. Para los que desean morir el momento nunca llega. Siempre están predispuestos a acabar con ese malestar que posiblemente inunda su cuerpo. Maldita conciencia de vida, maldita conciencia de muerte.

Yo no odio a las personas que deciden que su vida sea guiada por X o Y religión. Pero desprecio a los que desprecian. Desprecio a aquellos que por el efímero pensamiento -además de insulso- de una vida en un 'mas allá' desprecian esta oportunidad. Acá no hay borrón y cuenta nueva, acá no hay una segunda chance. Solo tenemos este momento para vivirlo, y esa conducta de desprecio hacia la vida es la que me hace despreciarlos. Si ellos pueden ¿Por qué yo no? Ah cierto, son hijos de Dios.

Un Dios que no ven, que no se manifiesta y que no termina siendo mas que una traba en el intento corajudo por explicar de donde venimos. Un ser que no tiene explicación y es usado para explicar algo. ¡Que dolor de cabeza!

Yo también pienso que sucederá después de la muerte. Pero no doy respuestas al azar en base a explicaciones mitológicas cuasi improbables. Es cierto que no podemos explicar de hecho, que pasa luego -con 'podemos' me refiero a la comunidad científica y las personas que apoyamos su labor- de la muerte. Aun no, pero esas mismas personas que tanto alaban a un 'dios omnipotente' lo denigran, lo vuelven el 'Dios de los vacios'. Ese dios es aquel que se usa para tapar un hueco epistemológico cuando la ciencia aun no ha encontrado su explicacion.

Tan solo preguntense algo: ¿Fue la ciencia la que tuvo que acomodarse a la modernidad, debido a que la religión con sus grandes avances y respuestas comprobadas empezó a dar luces sobre nuestros orígenes, o sobre algunas de nuestras preguntas mas fundamentales? La respuesta es no. Fue la religión la que tuvo que dar por ciertas teorías como la Evolucionista, porque al ver que ya no tenían como refutarla, la adoptaron, aunque obviamente con sus característicos manoseos y retoques infames.

Crean en lo que quieran. Dejen creer. Pero el hecho de que crean en un ser, en dos, en tres o en miles no los exime de ser puestos bajo la lupa de la ciencia, la razón y el verdadero conocimiento.

Yo preferí abrir los ojos, quitarme la ridícula venda y vivir esta vida, la única vida, antes que perderla deseando algo improbable.

Yo elegí vivir.


lunes, 17 de marzo de 2014

El camino.


La ciencia ha sido capaz de darnos los lujos y comodidades que poseemos hoy en día. Es cierto que muchas veces estos beneficios no llegan a todas las poblaciones a nivel mundial, pero aún así, esta se ve direccionada indiscutiblemente hacia crear mejores espacios para los seres humanos.


La importancia de cultivar estas actitudes científicas radica, principalmente, en que la ciencia puede ser para algunas personas, y me incluyo allí, una luz al final del túnel. Esto en parte es gracias a que ella, como diría Popper: ‘’posee verdades falseables’’. Es decir que la ciencia no busca crear verdades absolutas e inamovibles. Verdades que se sobrepongan a las que los demás, desde otro tipo de ejercicios, pueden llegar a encontrar. Pero su diferencia, bella diferencia, radica en eso, que puede ser controvertible y por lo tanto, comprobable.


Y digo claramente que la ciencia, para algunos, es la luz al final del túnel porque esta nos permite cuestionarnos acerca de nosotros, acerca de ellos, acerca de todo y sin duda el ser humano, al menos el consciente, tiene un apetito voraz por querer saber de dónde vienen todas las cosas.

Tenemos que aprender a dejar de lado las pautas estereotipadas que recibimos en nuestros hogares en la infancia, pero no para ser unos rebeldes sin causa, sino para llegar a ser unos rebeldes con una causa común. Esta es propiciar una revolución de pensamiento, que de amplitud de ideas y tolere diversidades. Y es que nos encontramos en un momento histórico en el cual, cientos de culturas que posiblemente nunca habían tenido un contacto tan directo, están casi viviendo juntas, y es claro que no es un tema fácil de afrontar.


Pero más allá de eso, la ciencia nos permite dejar de lado el dogma político, religioso o de cualquier otra índole, para permitir que los seres humanos podamos encontrar esos puntos en común que tenemos todos, así nuestra piel sea clara u oscura, así nuestra lengua sea sajona o romance, así nuestras religiones nos inviten a odiar lo desconocido.


Adoptar una actitud científica ante todos los fenómenos culturales, sociales, físicos, químicos, entre otros o mejor dicho, entre todos, nos permite llegar a el inicio de un bello camino para desentrañar la verdad, una verdad que posiblemente nunca sea absoluta, pero al fin y al cabo esa es la belleza de la ciencia, cada día descubrimos más y más cosas impresionantes de nosotros y nuestro entorno.


Es cierto que no debemos adoptar una posición casi de fé religiosa hacia ella, pues esto sería volver tenebroso algo que nos ha sacado de las tinieblas. La ciencia no es perfecta, la ciencia no es absolutista, la ciencia está para progresar y ser perfeccionada día tras día, descubrimiento tras descubrimiento.


Creer en alguna idea, método o inclinación ciegamente es un error. No podemos aceptar todo lo que venga de ella directamente, pero ahí está lo hermoso, en utilizar nuestros conocimientos y experiencias para poder aportar a su buen desarrollo, a su crítica constructiva, a su solución de problemas.


En fin, adoptar una actitud científica hacia todas las cosas, propias y ajenas, nos permitirá aprender a no tragar las cosas enteras, sino a degustarlas y sentir su sabor en el paladar del conocimiento, de la duda y de los argumentos.

...

sábado, 15 de marzo de 2014

Muertos de 'hambre'.

Nos las dan a diario y nosotros simplemente las tragamos, engullimos, sin siquiera saborearlas.

¿Han visto a esas personas que durante el acto de comer, lo hacen como si el mundo fuera a tener un final súbito e inmediato? Esas personas, somos todos. Pero no, no lo somos. Simple matemática, positivo mas negativo da negativo. Signos iguales se suman, signos diferentes se restan.

 Y digo que lo somos, porque como bien es sabido, en este mundo el arte de generalizar esta mandado a hacer, creemos que si un par de personas eligen a un mal gobernante el resto de ellas deben aguantarse esa bazofia. Nos paso con Uribe y Santos. En fin, digo que somos culturalmente seres simples, nacer-crecer-morir, engullir-digerir-excretar, procesos básicos, nada raro. Nos importa poco el proceso de análisis, de degustación, para seguir en esta dinámica alimenticia. Nos tragamos todo lo que nos tiran, como perros muertos de hambre.

Pero también digo que no, porque no todos estamos muertos de hambre. Algunos preferimos la calidad ante la cantidad. Somos pocos, pero de minorías que se juntan nacen las mayorías.

Hablo de las afirmaciones. Algunos creerían que tal vez de las promesas, y en cierto sentido es aplicable. No se han preguntado alguna vez en su asquienta vida ¿Por qué los curas hablan tanta mierda? Y es literal la cuestión, si vas a una misa sientes los pedacitos de excremento que flotan hacia tu cuerpo. Hablan como loros, sin parar, cual carro sin frenos que va a toda velocidad descendiendo por el abismo hasta que por fin se estrella y nos quita la maldita expectativa. He aquí la respuesta: no importa lo que dicen, sino a quien lo dicen. Si cualquier ser humano con cierto don del verbo se para frente a una persona mentalmente predispuesta a escuchar lo que sus oídos quieren, lo que salga de su boca será una irrefutable verdad. La muestra está en las canciones de Arjona y los libros de Coelho.

¡Que difícil le resulta a estas maquinas eyaculadoras el raciocinio! Que difícil. Pero la culpa no es solo de ellos, al fin y al cabo una persona que no ha tenido tacto alguno con la filosofía durante su vida no sentirá lo mismo al leer a Nietzsche que algún ser con cierto conocimiento. La culpa, en parte, es de esta cultura mediocre que nos exponen a diario. La cultura del deporte sobre la ciencia, de la fé incuestionable -o se irán al infierno PECADORES-. Esta cultura en la cual, los famosos actores, las actrices, los futbolistas y demás son los que nos dan muestras de moralidad y nos enseñan como debemos 'vivir'. ¡Patrañas! ni ellos sirven, ni su insulsa moral.

Escribo para olvidar, para dejar pasar. Al parecer lo único que deseo olvidar aquí es a este mundo de maquinas, cada día menos humanizado.

jueves, 13 de marzo de 2014

El bullicio.

No se en realidad, como llamar, como mencionar o siquiera sugerir tamaño malestar.

¿Por qué simplemente no hacen un poco de silencio? Aún no entiendo, cual es la necesidad que tienen las personas de hacerse 'entender' a gritos. Imagino que así pues han de ser en un debate, de la misma manera que son al contar un chisme o criticar algún profesor.

Y no me llamen amargado, simplemente soy pacifista. Si. Necesito paz, amo la paz, añoro la paz. Pero como obtenerla si estos bípedos, descendientes de cuadrúpedos no me dejan desarrollar la capacidad de tolerarlos. Preguntas retóricas. Huevonadas que piensa uno.

¿Será que estos seres superfluos piensan, sienten o creen que son imprescindibles? Al menos, en lo que respecta a su voz así parece. Simplemente no son capaces de calmar esa maldita ansia de arruinar el momento de lectura y concentración, que no solo yo, sino muchos mas deseamos aprovechar. Al parecer no son ni serán algún día capaces de realizar semejante proeza. Cerrar la maldita boca. Si, sellar sus carnudos y grasosos labios, dejar de escupir barrabasadas y sandeces. Escupen insultos de esa sucia boca, pronuncian palabras que parecen haber sacado de un basurero, y si juzgamos su no conocida escritura en base a lo que hablan... Estamos perdidos.

Simplemente deseo poder pasar mis ratos libres, mi escaso tiempo a solas con mis libros, en paz. Palabra que muchos pronuncian pero pocos entienden. 

Déjenme leer en paz, pequeños enanos mentales y hagan algo por sus vidas, algo mas que decir chismes o groserías, algo mas que pensar si perdieron sus tontos exámenes porque ni 3 páginas son capaces de leer. Dejen de ser parásitos sociales y hagan rendir el poco dinero que sus padres pueden darles.

Pum, fin.