Y aquí...

Bienvenido a tu cabeza.

Grito.

Grito.

jueves, 8 de enero de 2015

Camisa blanca. Camisa negra.

Media hora para todo. o ¿Para nada?

Media hora mientras te siento, en mi interior.

De mis entrañas parte, la realidad es su punto de llegada. Trozos incompletos pero dispuestos que buscan, rebuscan, socavan y menosprecian todo intento, casi efímero, de triunfo.

¿Que valor tendría tu vida si alguien no intentara joderla? Ninguno. Por eso es tuya.

Lo importante que seas, depende proporcionalmente de cuanto odio te tengan. Y está bien. El odio es un sentimiento mas profundo, y posiblemente mas sincero que el amor. En algunas personas tiene reacciones mas fuertes que el antes mencionado. En otras no.

Da igual. Indiferencia.

Parir problemas a diario, debería considerarse un empleo mas. Y obviamente, ser uno de los mejor remunerados. De los mas completos, que pueda ofrecer el uso publico de un ''algo''. De esa manera tienes ocupados a la mitad de los nuevos profesionales.

Tal vez la solución sea divagar y continuar hundiéndose en la espiral, cayendo sin ninguna posibilidad de retorno. Arrastrándose por el abismo mas bajo, solo así, se podría encontrar la salida -aunque mas compleja- a el tan largo túnel que rodea nuestras vidas.

Un techo inmenso. Roca solida. Áspera. Impura. Tratada. Ficticia al fin. Real, al principio. Pero todos los tenemos. Un ''quisiera ser, quisiera poder''.''¿Qué sería de mi si...?''

De anhelos vivimos llenos. Decepciones los tumban. Esperanzas los reconstruyen. Y a todas estas, ¿para qué? Que los malditos pedazos queden en el maldito suelo. Todo resultado tiene un contexto en el que se ve enmarcado, y pierde casi toda su valía si se saca de él.

¿Y si enciendo la luz?

Posiblemente de nada puede llegar a servir el adoptar posiciones mucho mas cómodas y tranquilas ante diversidad de actos y cantidad de infamias. Ser radical es cobarde. Ser cobarde es tener valentía.

Maldita lentitud de los pueblos. Maldita velocidad de las ciudades. ¿Por qué tanta parsimonia? ¿Cuál es el afán?

Todo tiende a irse muy a un lado o al otro. ¿Y los puntos medios qué?

No se aun si eso debe ser una pregunta o una maldita exclamación.

Yo por ahora prefiero pensar, que los extremos me hacen daño. Laceran mi cuerpo y mi mente. Ese constante estado de afligimiento, o esas radicales subidas -emulando mareas- de felicidad.

¿De que sirve una? o la otra. Pura mierda.

Prefiero tomar distancia ante los polos. Intento ubicar un Ecuador en mi mente. Pero éste no llega. Parece un maldito interrogatorio personal todo esto. Pero, ¿cuantos de ustedes -si es que a alguien le interesan las estupideces- no sienten lo mismo?

De algo nos sirve ser la maldita raza inferior. Compartir penas se ha vuelto mas común y completo que compartir un trago. Pues compartamos ambos, que las penas no son mas que un trago amargo, un sorbo largo de cerveza caliente, que nos deja casi impávidos cuando baja por la garganta de nuestro día a día. ¿Penas? A mi compartanme una que bordee los 6 grados de alcohol.

Punto medio. Gris. Duro, pero perforable. Las fortalezas no son mi 'fuerte'.

Un sueño cumplido, uno postergado. Un rostro cercano que casi me quema las manos, uno que se va y hiela mi corazón. ¿Quien carajos decidió dibujar, tan majestuoso órgano, de esa manera? ¡Al carajo este mundo!

Y pensar que tanta bribonada sale de tan hermoso estado de alicoramiento. Y pensar, que cada letra es una dura punzada en la espalda, en las piernas, en los ojos. Puñaladas en el lóbulo parietal.

Al parecer, la única manera de escribir es permitirle a mi ello, sobrepasar mi superyó.

Nadie debe intentar comprender lo que el otro escribe. Pierde la maldita gracia. ¿Por qué intentan dañar todo con interpretaciones?

Aun sigo esperando tus debates. Sigo pensando, que probablemente, ese destello azul alguna vez nombrado, existe, en mi cabeza y en la realidad. Que al fin y al cabo, son lo mismo. La realidad es mía, mi realidad. Ninguna otra puedo interiorizarla. Bla.

Aquí estaré. Sentado por siempre. De pie nunca. Porque prefiero que mi cuerpo al caer, haga menos ruido. Porque todos deberíamos partir lentamente, sin dejar vestigio de nuestro paso. Porque los grandes siempre estarán allí. Porque aun así tenga muchas ganas, y logra cosas mínimamente decorosas, prefiero el anonimato. La calma. Mi maldita parsimonia. Mi estúpido afán.

Los bruscos cambios siempre estarán a la vuelta de la esquina. Se pasa de no sentir, y estar cómodo con ello, a incomodarse por las primeras sensaciones que se tienen.

Media hora para todo.

Si tengo lo que deseo, me falta lo que necesito.
(...)